Correspondencia de los insurgentes (II): Los viáticos no alcanzan
En una entrada anterior de este blog conté cómo terminó
mi cuarto abuelo, José María del Real Hidalgo, aceptando viajar a Londres para
realizar lo que tal vez sea la primera misión diplomática de nuestro país.
Corría el año de 1814 y Cartagena de Indias llevaba casi tres de independencia aunque
pronto sería sitiada por Pablo Morillo.
José María del Real hizo una escala en Jamaica y
allí contrató los servicios de otro cartagenero: Juan García del Río, que hablaba tanto inglés como francés, por
una asignación mensual de 60 pesos fuertes pagaderos en Londres.
El 23 de julio de 1814 partió de Puerto
Real para su destino final, Londres. Sus primeras impresiones al realizar contacto con los españoles en su tránsito a su destino final se las
manifestó a Manuel Rodríguez Torices, presidente de gobierno, quien a su vez se
las transmitió al Congreso en agosto del mismo año, en una carta que se
conserva en el Archivo General de Indias en Sevilla. Algunos apartes de dicha
comunicación son:
“Desde
luego está palpando (Del Real) la escacés (así
está escrito en el original) de fondos
con que se ha dotado, pues calcula que en solo transportarse a Londres…se
invertirán 4.000 pesos…"
"Observa que con la paz de Europa, sería fácil que muchos
buenos oficiales invitados con un partido ventajoso, se determinasen a venir al
servicio de la Nueva Granada, que tanta necesidad tiene de esta clase de
hombres. Tal vez convendría facultar al comisionado para la recluta de
oficiales escogidos que pudieran venir pretextando negocios propios, para no
dar a conocer su verdadero destino…”
“El
comisionado se lisongea de que las novedades de la Península, y la detestación
con que los yngleses miran la conducta de Fernando 7º contra la constitución y
las cortes, presentan un prospecto favorable a la negociación, y para afianzar
nuestra independencia si enseñados por la experiencia sabemos aprovechar los
momentos, ya que hemos perdido años. Con este motivo observa que lo que más nos
perjudica con los yngleses y en general con los extranjeros es la opinión de
nuestra incapacidad para gobernarnos; nos creen sin hombres capaces de
organizar una administración regular, y confiesa el Diputado la vergüenza con
que ha oído enrostrársele el que en quatro años no ha podido unirse el Reyno,
ni constituirse un Gobierno.”
Varias cosas interesantes en esta comunicación:
Primera, que los viáticos oficiales nunca alcanzan.
Segunda, la intención de reclutar extranjeros preparados e interesados en unirse a las luchas de nuestra Independencia. Como sabemos, esto se llevó a cabo y desde muchos lugares llegó “esta clase de hombres”. Algunos murieron en las batallas y otros fundaron familias cuyos apellidos perduran en nuestro país. En Inglaterra prácticamente se instaló una oficina de reclutamiento que logró organizar varias “legiones”, entre ellas la llamada “Legión Británica”. En total, se calcula que aproximadamente 5.000 británicos vinieron a luchar por nuestra independencia.
Tercera, la necesidad
que tenían de ocultar el verdadero motivo y el real destino de estos hombres,
lo que nos permite dimensionar el esfuerzo de movilización trasatlántica que
aquello significó.
Interesante es también observar cómo desde entonces ya éramos conscientes de nuestras carencias para autogobernarnos y para unirnos alrededor de una causa común, y la preocupación por cómo nos veían desde afuera los extranjeros, rasgo de la colombianidad que aún persiste, con el agravante de que nos preocupa más la imagen que proyectamos que la razón por la cual lo hacemos.
FUENTES:
-Correspondencia de los insurgentes, Archivo General de Indias,ESTADO,57,N.34
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