Cuatro cartageneros se van a estudiar a Santa Fe


José Ma. del Real Hidalgo
El martes 13 de octubre de 1789, recién cumplidos 22 años de edad, José María de la Asunción del Real Hidalgo presentó informaciones ante el Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé.

“Para ingresar a los Colegios Mayores, de San Bartolomé o del Rosario, los testigos presentados por el aspirante debían someterse a un riguroso interrogatorio relativo a aspectos tales como: el lugar de procedencia, la filiación de los padres y abuelos, la vocación para el estudio, el estado de salud, la lealtad a la Corona y, sobre todo, su condición social. Esta se determinaba a través de diversos factores, entre ellos la pureza de sangre, los cargos ocupados por sus antecesores, y su condición de noble.” 

Los testigos que respondieron el interrogatorio fueron Juan Miramón, Enrique Rodríguez y Antonio José de Ayos.

Manuel Benito Revollo y Amate
El joven José María, a su vez, sirvió de testigo ante el mismo Colegio Mayor para responder el interrogatorio sobre Manuel Benito Revollo y Amate, quien presentó informaciones unos días antes, el 5 de octubre de 1789, cuando tenía escasamente 13 años de edad.

Al día siguiente de su propio trámite, es decir, el miércoles 14 de octubre, José María del Real también sirvió de testigo y contestó las preguntas sobre José María Leguina Lambi, de 23 años, y sobre Juan José Elías López de Tagle y Madariaga, que entonces tenía solo 12 años de edad.

Los cuatro aspirantes compartieron también como testigo al presbítero y doctor Juan Miramón. 

No es difícil imaginar a estos cuatro aspirantes llegando juntos a Santafé desde su natal Cartagena de Indias, acompañados del presbítero Juan Miramón y posiblemente de algunos familiares. Todos ellos eran hijos de padre español y madre criolla. Esta ascendencia peninsular era, por supuesto, uno de los requisitos para ingresar a un Colegio Mayor. 
Champán subiendo por el río Magdalena

Para viajar entonces al centro del país tuvieron que emprender el viaje desde Cartagena hasta la ribera del río Magdalena donde tomarían el champán que los dejaría en Honda varias semanas después. Con suerte, podían navegar el Canal del Dique, pero como Humboldt lo relató en 1801,  "...este dique está más de siete meses al año sin agua..." 

Así que llegaban a Mahates un día después y de allí continuaban por tierra hasta Barranca Nueva donde encontraban el champán previamente contratado. Contra la corriente, avanzaban aproximadamente 28 kilómetros cada 12 horas. Seis bogas delante y cuatro arriba que trabajaban ininterrumpidamente durante cuatro o cinco semanas, apoyando el remo contra la ribera del río para impulsar la nave. Y que para mantener el mismo ritmo emitían todo el tiempo un sonido y pisoteaban el toldo "...tan fuertemente que a menudo amenazan desfondarlo." 

"La incomodidad de los pasajeros incluía también la pésima comida; el calor sofocante; la incesante actividad de los mosquitos; el estruendo y la monotonía por la gritería de los bogas; la dormida incómoda en el champán amarrado a la orilla, para no hablar del temor a las enfermedades tropicales  que se adquirían con frecuencia y que terminaban con el cadáver del pasajero arrojado al río. Antes de viajar los pasajeros no solamente se confesaban sino que hacían testamento."

El esfuerzo y los sacrificios valieron la pena, porque los aspirantes fueron todos aceptados y se graduaron como colegiales bartolinos. Y la ciudad entera tiene que agradecerles porque fue este un grupo singular que desempeñaría importantes cargos y jugarían significativos papeles en el destino de su ciudad natal: Manuel Benito Revollo, sacerdote, diputado y prócer neogranadino; José María del Real, abogado, firmante del Acta de Independencia del 11 de noviembre de 1811, prócer; José Elías López de Tagle, gobernador durante el sitio de Morillo, mártir.

Hicieron parte de una élite intelectual que empezó a desarrollar una conciencia nacional y que sembró la semilla de la idea emancipadora.

FUENTES:
- Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1996.
- Manual del Rio Magdalena. José Alvear Sanín. Cormagdalena, 2005.

Comentarios

  1. EXCELENTE TODO LO PUBLICADO ROCHI, GRACIAS POR PREOCUPARTE POR DEJAR ESTE LEGADO TAN INTERESANTE.

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  2. Gracias, Sarita, escribo para ustedes, los parientes, principalmente.

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