¿Qué origen y significado tienen nuestros apellidos?

Es una de las preguntas más frecuentes que recibe un genealogista. Y a veces no sabemos la respuesta. Mejor dicho, hay más de una respuesta posible.

Una de ellas es que los apellidos “no vinieron”, los que vinieron fueron personas que portaban un apellido. Así que lo que es válido para alguien de apellido Pérez puede no serlo para otra del mismo apellido. Depende de quiénes les transmitieron el apellido, desde cuándo y desde dónde.

El origen de un apellido se refiere al lugar donde probablemente empezó a usarse. Y digo probablemente porque un apellido pudo aparecer simultáneamente en varios lugares sin que los que lo adoptaron fueran parientes entre sí. La segunda razón por la que no es fácil asegurar el origen de un apellido es porque el uso de los mismos comenzó hace más de mil años.

El significado de los apellidos se refiere más que todo a su etimología, a su traducción o a su relación con algo que ya estaba denominado antes. ¿Qué sería primero: la naranja o el apellido Naranjo? 

Los apellidos comenzaron a usarse cuando las aldeas crecieron y el solo nombre de pila no era suficiente para distinguir a un Juan de otro, a una María de otra. Entonces los demás les añadían un apelativo, palabra que tiene el mismo origen que apellido, del latín appellare, llamar. Juan padre, Juan hijo, Juan el del Naranjo, María la del Río, María la del Valle.

Una clasificación muy general que responde de manera superficial a estas preguntas es que gran parte de los apellidos que usamos hoy son toponímicos o patronímicos.

Toponímico se refiere a la denominación geográfica. Así que María la del Valle probablemnte se llamó –apeló- así porque vivía cerca de un valle. En esta categoría se incluyen apellidos hispanos como Ávila, Burgos, Salamanca, Cáceres, Montaña, Puerto, etc. Lo mismo se puede decir de apellidos ingleses terminados en ton,que es una simplificación de la palabra “town”. 


Patronímicos son los apellidos derivados del nombre del padre. Aunque no se ha podido comprobar del todo en el caso de apellidos de origen ibérico, es posible que el sufijo ez is haya significado “hijo de” en un castellano antiguo. Hernández era entonces el hijo de un Hernando, Jiménez el hijo de un Jimeno, Rodríguez el hijo de un Rodrigo. Esta formación de apellidos patronímicos fue usada en casi todo el mundo. Están, por ejemplo, los apellidos ingleses terminados en son–hijo- como Johnson, el hijo de John. Los apellidos eslavos que terminan con vich –hijo- y ovna –hija-. Los italianos terminados enini, los alemanes que comienzan con von, los griegos que terminan en poulos, los árabes y hebreos que comienzan con ben ibn.

Menos extendidos son los apellidos teonímicos: Santos, Sanclemente, Santamaría, Cruz, Iglesias. Los que hablan del oficio: Herrero, Pastor, Zapatero. Y así podríamos seguir enumerando posibles significados de los apellidos.


¿Pero qué significa un apellido que no entre dentro de las categorías anteriores? Difícil saberlo porque no siempre hay registros, documentos o crónicas de hace mil o más años. Algunos apellidos griegos y romanos, por ejemplo, pueden rastrearse en los relatos de cronistas de la época. Pero en la mayoría de los casos una investigación no puede llegar hasta allá.

Lo que sí es posible es rastrear la cadena de antepasados de los que heredamos un apellido, por lo menos hasta el siglo XVI, cuando a mediados del mismo se realizó el Concilio de Trento. En una de sus 25 sesiones, se acordaron varias cosas fundamentales:
  
  • Sería obligatorio llevar un apellido. Lo que hasta entonces eran alias, sobrenombres, apelativos, se convirtieron en apellidos.
  • Todas las parroquias deberían llevar libros sacramentales con el nombre del bautizado y el de sus padres.


Como no existían ni el correo electrónico ni las redes sociales, las instrucciones del Concilio de Trento no llegaron ni rápida ni simultáneamente a cada uno de los rincones del mundo. En muchos casos la noticia les llegó un siglo después. Por esta razón, el libro No. 1 de parroquias que existieran en la época pudo comenzar en el siglo XVII. De las primeras preguntas que un genealogista hace al entrar a un despacho parroquial es ¿Desde cuándo tienen libros de bautizo?

El Concilio de Trento no dijo que los apellidos se convertirían en nombres de familia, es decir, que a partir de ese momento todos los descendientes directos del tronco lo heredarían. No. Solo dijo que era obligatorio usar un apellido. Uno. Por eso, entre más atrás se vaya en una investigación genealógica, más difícil es encontrar antepasados porque ya no se apellidan igual que sus hijos. Si a eso le añadimos que la costumbre de usar dos apellidos en buena parte del mundo hispánico es relativamente reciente, ahí tienen la explicación de porqué no sabemos siempre la respuesta cuando en una reunión social alguien nos dice:

¿Eres genealogista? ¿De dónde vino y qué significa mi apellido?


Comentarios

  1. Muy buena información muchas gracias!!!
    Es muy bueno leer un articulo sobre esto y encontrar tus propios apellidos. La verdad es que no sabia algunas de estas cosas.
    saludos.

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