La trágica y triste historia de la bella Luisa Armero

A mí para alabarte, encantadora Luisa,
mirando de tus ojos la llama celestial,
bástame que desplieguen una jovial sonrisa
mostrando blancas perlas, tus labios de coral.
(Última estrofa del poema A la señora Luisa Armero, de Juan Francisco Ortiz)

“En la acera oriental de la calle Real de Santa Bárbara, casi al frente de la calle nueva abierta al costado sur del cuartel de San Agustín, se ve una casita, reparada a estilo moderno, de propiedad de los herederos del general Fernando Ponce. Allí vivió, hasta el año de 1851, el sargento mayor don Patricio Armero, con sus hijos Luisa y Rafael”.

Así comienza José María Cordovez Moure una de sus Reminiscencias, concretamente la que se titula “Luisa Armero”. Yo leo esto y ahí mismo me transporto en el tiempo. Empiezo a averiguar a qué calle corresponde hoy en Bogotá la Real de Santa Bárbara, cuál sería el cuartel de San Agustín, y cuál la casita, si es que existe.

La calle Real de Santa Bárbara es la actual carrera séptima entre las calles 5ª y 7ª. Allí se encuentra la hermosa iglesia de Santa Bárbara donde fueron bautizados miles de santafereños. Es del año 1565. Muchos bogotanos de hoy no la conocen.

Iglesia de Santa Bárbara (centro)

La calle nueva abierta al costado sur del cuartel de San Agustín debe de ser la calle 6C y todavía se encuentra casi al frente una “casita” de dos plantas con puertas y ventanas de madera, que podría ser la que describe Cordovez More, en la que acontecieron los hechos que voy a refrescar, no sin antes contar porqué esta historia tiene que ver con mi árbol genealógico.

Patricio Armero, nacido hacia 1798, era hermano de mi trastatarabuela Josefa Regina Armero Conde, hijos ambos de José Sebastián Armero Ruiz y Ana Josefa Conde Ruiz, de Mariquita.

El sargento José Patricio Armero ingresó al Ejército Libertador, hizo la campaña del Magdalena a órdenes del general Maza, tomó parte en el Perú en las batallas libradas contra los españoles y regresó a Bogotá acompañando al Libertador. Se casó en 1825 con doña Francisca Otero Durán, con quien tuvo dos hijos: Luisa y Rafael. Pronto quedó viudo y al cuidado de sus pequeños.

Unos años más tarde, mientras su hermano menor empezaba a estudiar medicina, Luisa se había convertido en “la señorita más bella y popular de la ciudad”. No era una exageración de Cordovez Moure. Las crónicas de la época lo confirman, y el mismísimo Rafael Pombo, que cortejaba a otra señorita, tuvo que escribir estas estrofas para calmar los celos de esta:

La vi en el puente, como un lucero
sobre el arco iris
carnes de perla, rostro hechicero,
talle de sílfide.
Remangaditas nariz y boca
sobre la frente
ondas castañas, de esas que toca
de oro el Poniente.
Formas magníficas, la gracia andando
el paso aéreo
cuantos la miran, quedan soñando
bajo su imperio.
La vi en el puente, y te vi en ella
con dulce orgullo
busqué tus ojos. Esos, mi bella
son solo tuyos.

Entre sus muchos pretendientes, Luisa escogió a Mariano González Manrique Araos, de distinguida familia. Pero a pesar del atractivo y educación de los novios, ambas familias se opusieron. Una vez tuvieron mayoría de edad, se casaron, no sin antes vencer la resistencia familiar. Fue el domingo 20 de abril de 1851, en una ceremonia sencilla. El padre de Luisa, Patricio, y su hermano les dejaron la casita a los nuevos esposos.

Tal vez por la carrera militar de su padre, tal vez porque Luisa se convirtió desde muy niña en la señora de la casa, tal vez porque era ella la que protegía a su hermano menor, el caso es que era aficionada a las armas de fuego y acostumbraba a practicar el tiro al blanco en el jardín de su casa. Así que no era extraño que alentara a sus invitados a acompañarla en esta distracción, a pesar de que su esposo no tenía sus habilidades.

Menos de un mes después de la boda, el domingo 18 de mayo de 1851, los recién casados recibieron la visita de un pariente, la cual, como era costumbre, terminó en el patio. Luisa propuso el ejercicio de tiro, con tan mala fortuna que una de las armas había sido cargada por los guardas que cuidaron la casa mientras los esposos estaban de luna de miel. Mariano la tomó y al accionarla mató a Luisa. Tenía 21 años.

Dice Cordovez Moure que el viudo “arrastró vida miserable”, envejeció prematuramente y murió el 18 de enero de 1870, a los 41 años de edad.

Siete años después también de un disparo al azar murió Rafael, el hermano menor de Luisa.

Patricio Armero sufrió, pues, el dolor de haber perdido dos hijos. Había tenido otra hija con Mercedes de la Cala Román. Era nada menos que Dolores Armero, quien sería después la madre del científico Julio Garavito Armero. Dos años después de la tragedia, Patricio Armero legitimó a Dolores casándose con su madre.


FUENTES:
-José María Cordovez Moure. (2006). Reminiscencias: Santafé y Bogotá. Bogotá: Epígrafe.

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