La esclava africana que me anuncia mi ADNmt

Hace cientos de miles de años, al cuerpo del homo sapiens entraron unas células (o bacterias) que encontraron otras donde pudieron alojarse hasta que se produjo una simbiosis, es decir, una asociación íntima de mutuo beneficio. Las células o bacterias nuevas se aprovecharon de las células u organismos que las alojaron en el cuerpo humano, y estas se aprovecharon de las recién llegadas por su capacidad de generar energía. Las estructuras resultantes se llaman mitocondrias y no están en los cromosomas sino por fuera de ellos. Pero tienen su propio ADN: ADN mitocondrial o ADNmt.


El ADNmt es distinto en muchos aspectos del ADN nuclear (el que está en los 23 pares de cromosomas). Este último lo heredamos tanto del padre como de la madre -aportado por el espermatozoide y el óvulo- y está presente en todas nuestras células. Con excepción de los gemelos idénticos, cada ser humano tiene su propio y único código genético. En cambio el ADN mitocondrial lo lleva solamente el óvulo, es decir, es transmitido exclusivamente por las madres. Otra diferencia muy importante es que el ADNmt se transforma lentamente. Así que si uno tiene el mismo ADNmt de otra persona, con seguridad tiene un parentesco cercano con ella por línea exclusivamente materna. Entre más diferencias haya, más lejano en el tiempo estará el ancestro común mujer.

El ADNmt nos llega por la línea de la madre, la de la madre de la madre, la de la madre de la madre de la madre y así sucesivamente, hasta llegar necesariamente a la primera homo sapiens mujer que nos legó su ADN mitocondrial.

Hace 120.000 años, en lo que hoy es Etiopía, vivieron las mujeres que nos legaron su ADNmt. No fue una única mujer, pero los investigadores modernos la llaman “Eva”. Una de esas evas que vivió en esa época es mi abuela más remota por línea materna exclusiva.

Del ADNmt surgen divisiones, cada una de las cuales constituye un haplogrupo. El primer haplogrupo que se separó del ADNmt de Eva fue el L0, que permaneció en el África subsahariana. El L1 se separó casi al mismo tiempo y es prácticamente el linaje de todos los seres humanos africanos o no africanos. Pasaron 40.000 años más para que apareciera la tercera división (L2) que se desprendió del haplogrupo L1.

10.000 años más tarde, es decir, hace la bobadita de 70.000 años, se desprendió del L2 un nuevo haplogrupo, el L3, en lo que hoy es Sudán. Las poblaciones que compartían el ADNmt de Eva clasificadas en el haplogrupo L3 se esparcieron por África, entre ellas los bantú, grupos étnicos que viven al sur de Camerún. Pero 20.000 años después de haberse separado, parte de la población del haplogrupo L3 emigró hacia el norte. Los primeros que se fueron llegaron a lo que hoy es Yemen y su haplogrupo había mutado hacia el M. Luego otros se fueron para la frontera entre Egipto y la península arábiga (haplogrupo N).

40.000 años después, descendientes de estas mujeres de los haplogrupos M y N atravesaron durante la Era Glaciar el Estrecho de Bering y entraron a América por el norte. Cuando llegaron a América, más haplogrupos ya se habían desprendido. En América tenemos los haplogrupos A y B, que provienen de las descendientes que poblaron Egipto-Arabia. También pasaron a Turquía y de allí a Europa. El haplogrupo L3 que salió de África pobló también Europa, donde encontramos los haplogrupos U, R0, J, T, entre otros. Los haplogrupos C y D en América son descendientes de las que se habían radicado en Yemen.
  

Lo corriente es que una mujer como yo, nacida en Colombia, de madre colombiana y abuela materna colombiana, pertenezca a un haplogrupo americano A, B, C o D, que son los que entraron a América, o a un haplogrupo europeo, suponiendo que mi línea materna exclusiva descienda de alguna criolla hija de español. Pero no, soy L3 original, es como si mi abuela materna descendiera directamente de una mujer africana que llegó a América sin pasar por Asia o Europa. La única emigración directa de África al continente americano es la de los esclavos, así que mi antepasada por línea materna más antigua en América fue probablemente una esclava ashanti traída de Gabón, Ghana, Burkina Faso o países vecinos.

Con la investigación tradicional genealógica se pueden identificar antepasados de hace 500 o 600 años. Algunos afortunados pueden llegar uno o dos siglos más atrás. Con la investigación genética se llega miles de años atrás. Pero en la mitad hay muchas generaciones que quedan en una zona gris…a menos que…

A menos que pase como en mi caso, que por línea materna desciendo de una africana que llegó directamente de África a América entre 1492 y 1851. Aquí es donde la genética y la genealogía se complementan.

Documentalmente puedo probar que mi bisabuela por línea exclusivamente materna fue María Mercedes Gambín Jiménez, nacida en Cartagena de Indias por 1865. Era una hipótesis el que María Mercedes fuera hija de Eufrasia de la O. Jiménez Gómez, lo cual acabo de constatar gracias a mi ADN, puesto que en la lista de coincidencias aparecen otros descendientes comprobados del padre de Eufrasia de la O. (Manuel Narciso Jiménez Gómez), como es el caso de los Franco Armenta. Mi línea materna exclusiva seguiría así: Eufrasia de la O., hija de Josefa Toribia Gómez del Mármol, y esta a su vez hija de María de la O. del Mármol Cantero, nacida a principios del siglo XIX.

Tengo que investigar tres siglos más para encontrar la esclava.



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